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martes, 10 de abril de 2012

No poseo la belleza de la perfección, la fuerza de la sabiduría, la mirada amplia del conocimiento. Sólo poseo el suave susurro de la esperanza.

Esta frase es de Joan Walsh Anglund y me inspira diferentes cosas. La más destacable es que nos habla de que no vivimos en un mundo perfecto, ni en un cuerpo perfecto ni en una mente perfecta y aún así, podemos aspirar al suave susurro de la esperanza.

La esperanza es mirar al futuro con cierto optimismo
La esperanza es uno de los mayores valores que una persona puede tener, nos mantiene con ilusión y nos hace más partícipes de lo que vivimos porque con esperanza creemos de verdad que un futuro mejor está por llegar. En realidad es una forma de pensar en positivo hacia el futuro, un lugar que nadie conoce con total seguridad ni siquiera los más acérrimos pesimistas.

Con esperanza se vive mejor y con más energía porque creemos que al final los problemas se solucionarán. Pero también es cierto que muchas veces perdemos la esperanza y creemos que el futuro sólo va a traer cosas negativas o que las situaciones no se van a resolver. Cuando pensamos esto con mucha intensidad, los nubarrones de la depresión comienzan a aparecer en el horizonte.

La frase me hace pensar y también, no sé por qué, me hace sentir al ser humano como alguien en el fondo frágil y vulnerable. ¿Somos tan frágiles en realidad? En mi opinión, el ser humano es extremadamente frágil individualmente. Como grupo, somos más fuertes, porque nos podemos complementar y ayudar unos a otros. De hecho, lo que no tengo yo, lo puedes tener tú, así formamos un equipo o una comunidad y nos hacemos más grandes y fuertes.

Tarde o temprano siempre hay un conflicto entre lo que son las fuerzas del grupo, lo que nos hace funcionar como comunidad o como una parte de la comunidad y lo que es el más puro individualismo. El valor de lo sociológico frente al individualismo, siempre más egoísta y más personal.

Me quedo con la idea de que somos frágiles y vulnerables, pero que pese a ello, somos capaces de grandes logros individuales y de ayudarnos en grupo, haciéndonos así más fuertes. Lo mejor será poder aprovechar la fuerza personal de cada uno y encontrarnos un lugar en el grupo que no nos anule sino que nos potencie a llegar más alto.

Estas ideas, y muchas otras, las desarrollo en mi nuevo libro que puedes encontrar en amazon y en bubok, titulado la revolución colectiva