En este caso vamos a analizar el
discurso que la canciller alemana Angela Merkel realizó el 31 de diciembre de
2011 en un discurso de corte navideño dirigido al mundo entero, pero
especialmente al pueblo alemán.
El discurso está disponible en Youtube en este link. Originalmente está en Alemán.
Merkel destila autocontrol,
moderación y una pose equilibrada durante todo el discurso. Su postura es
rígida, poco expresiva. Sus manos permanecen juntas unidas por los dedos, en un
gesto que ella misma utiliza con frecuencia y que expresa su deseo de
autocontrol.
El discurso está disponible en Youtube en este link. Originalmente está en Alemán.
Lo primero que llama la atención
en este dircurso es el tono amable y tranquilo del mismo. No hay ninguna
exaltación ni acaloramientos discursivos muy propios de otro tipo de eventos como por ejemplo los mítines políticos. En los mensajes navideños, los discursos suelen ser planos y contenidos en la forma, es decir, poco expresivos. Por ejemplo, aquí en España en el discurso de su majestad el Rey Juan Carlos I, el discurso suele ser muy monótono y repetitivo generando poco entusiasmo.
Angela Merkel con su posición de manos característica. |
Merkel mira a la cámara con
seguridad, mantiene la mirada y expresa confianza y sinceridad. Su voz es
expresiva, pero monótona. No hay cambios de tono ni de velocidad. No hay ningún
resquicio de que ese discurso sea un acto comunicativo personal. Es un discurso
muy institucional.
El contenido, como suele ser
habitual en estos casos, es previsible, generalista, trazado en las grandes
ideas y principios. Son discursos de apuntalamiento político en donde no se dice
nada nuevo, solamente se citan los grandes ideales como la libertad, la
seguridad, la democracia, el esfuerzo, la participación colectiva, el medio
ambiente y la esperanza de un futuro mejor para Europa. Todo ello salpicado con
algunas alusiones a la realidad, pero también muy generalistas.
Merkel habla de una forma tan
equilibrada que finalmente el discurso termina por resultar aburrido y lleno de
lugares comunes. En algunos momentos, hacia el final, se hace un pequeño
llamamiento a las emociones. Se habla del poeta romántico Heinrich Heine e incluso parece
personalizar un poco el propio discurso. Después, Merkel incluso parece
“sonreir”, digo parece porque de hecho no lo hace, tan solo traza una ligera mueca en el labio. Es el único gesto emocional que se permite y que queda muy atenuado
por su autocontrol que nunca la abandona.
En otros discursos de Merkel, como por ejemplo el que realizó ante la OMT, nos encontramos con una Merkel un poco más expresiva. Sonríe más, gesticula más con las manos, abandona la rigidez corporal, a pesar de lo cual mantiene una pose corporal y gestual autocontrolada. Eso sí, sigue transmitiendo esa base de tranquilidad, seguridad y confianza, muy característico en ella.
En otros discursos de Merkel, como por ejemplo el que realizó ante la OMT, nos encontramos con una Merkel un poco más expresiva. Sonríe más, gesticula más con las manos, abandona la rigidez corporal, a pesar de lo cual mantiene una pose corporal y gestual autocontrolada. Eso sí, sigue transmitiendo esa base de tranquilidad, seguridad y confianza, muy característico en ella.
En definitiva y volviendo a nuestro discurso navideño, Merkel comunica de
forma efectiva, y segura, con gran confianza en su capacidad, pero curiosamente
no lo hace con la espontaneidad de un verdadero comunicador. Es una
comunicadora que estudia sus discursos y los practica para no dejar nada al
azar. Probablemente cree absolutamente en lo que dice, pero no permite que ningún atisbo de
personalización o de sentimentalismo se inmiscuya en su oratoria.
Todo esto hace que su
comunicación no sea muy popular y por lo tanto no genere entusiasmo si no más
bien tedio e indiferencia mezclado con sinceridad, confianza y profesionalidad. En pocas palabras, todo un discurso a la alemana cargado de contradicciones.
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