sábado, 19 de marzo de 2016

Publicar un libro en Amazon con imágenes

Presentación del libro el día 15 de Abril
en el Café Libertad, a las 7 de la tarde.
En otro artículo ya comenté de forma muy extensa y exhaustiva cómo publicar un libro en amazon. Hoy nos vamos a centrar en el tema de libros con imágenes.

Recientemente, he publicado con la editorial Punto Rojo, mi libro Kippy the fascinating little skunk que precisamente es un libro ilustrado. Si subimos el libro en formato docx nos dará problemas. LO que tenemos que hacer es subirlo en otro formato llamado mobi.

El formato mobi se puede utilizar para contenidos complejos y es un formato ideal para subir imágenes o gráficos en nuestro libro. Para convertir el libro a formato mobi utilizaremos un programa que se llama calibre, es gratis y fácil de usar.

Para ello seguiremos tres sencillos pasos. Primero añadimos el libro en el formato en el que lo tengamos. Luego convertirmos el libro a mobi con el botón que dice convertir y por último, guardamos en el disco.

¡Y ya tenemos nuestra versión mobi de nuestro libro que podremos subir a amazon tranquilamente con calidad de gráficos e imágenes! Por último, recordaros que el día 15 de Abril, en Madrid, en el café Libertad (en pleno centro) a las 7 de la tarde presentaré el libro de Kippy. Dejo aquí un enlace con todos los datos del evento

sábado, 29 de agosto de 2015

Las legiones romanas

En esta entrada voy a explicar en líneas generales lo que es una legión romana. Como ya sabéis estoy a punto de sacar una nueva novela sobre las guerras cántabras y como tal estoy escribiendo una serie de artículos relacionados con el tema.

La Historia de Roma


La Historia de Roma está dividida en tres partes: a) Monarquía (753 a. de C. - 509 a. de C.) b) República 509 - 27 a. de C. c) Imperio 27 a. de C a 476 d.C. Aquí nos vamos a centrar en el ejército romano en el siglo I a. de C. que es cuando acontecen las guerras cántabras. Ya se han hecho las reformas de Mario y Augusto también introducirá algunas reformas.

Las Guerras Cántabras transcurrieron desde el año 29 a. de C. hasta el 19 a. de C. Duraron un total de 10 años y empezaron con una ofensiva de Estatilio Tauro. Puedes profundizar más en este artículo.

Aspectos importantes de la legión


Para explicar las legiones romanas voy a ceñirme a tres aspectos para que así se te haga más fácil entenderlo bien. Primero hablaré de la organización. Aquí veremos cuáles son las unidades del ejército y cómo se componen. Segundo, hablaré de la jerarquía que como ya veremos es a veces un poco complicada porque mezcla rangos militares con políticos y con administrativos. Y por último,  las armas y el equipo del legionario.

Hay que decir que las legiones romanas fueron un gran éxito en su época ya que eran muy eficientes y ningún ejército del mundo fue capaz de batirlas, salvo alguna excepción. Hay que pensar que funcionaban como un gigantesco lego, en donde todas las piezas desde la infantería pesada, hasta la caballería, la artillería o la infantería ligera auxiliar, encajaban perfectamente formando una máquina militar sólida, ejemplar e indestructible.

Estructura organizativa


Manípulo = 2 Centurias = 160 hombres
Una legión estaba formada por un total de 10 cohortes. Una cohorte está formada por 6 Centurias. 1 Centuria está formada por 10 Contubernios y un Contubernio tiene 8 hombres. Si introducimos el número total de hombres se ve más claro.

1 Cohorte = 6 Centurias = 480 hombres

1 Centuria = 10 Contubernios = 80 hombres

1 Legión = 10 Cohortes = 480 * 10 = 4800 + 480 = 5280 hombres.

Como regla nemotécnica puedes usar la siguiente regla:

1 legión = 10 cohortes 1/10
1 cohorte = 6 centurias 1/6
1 centuria = 10 contubernios 1/10
1 contubernio = 8 soldados 1/8

La primera cohorte que es la más importante y en donde están los mejores hombres y el primus pilus que es el primer centurión. La primera cohorte es doble con lo que tenemos que sumar otros 480 hombres más. Estas son cifras ideales, en la realidad había bajas (morían en combate o incluso deserciones) pero no solía haber reemplazos, además de las Unidades Auxiliares que jugaban un papel muy importante y que a veces doblaban el número.

Como esquema general diremos que una legión sin las tropas auxiliares tiene un total aproximado de 5000 hombres, cifra que es redonda y fácil de recordar y te da una idea clara de la cantidad de hombres. Por ejemplo, en España as Unidades de Intervención Policial tienen unos efectivos de 2744 hombres y mujeres. La mitad que una legión sin auxiliares. Si una legión romana entrara por la Castellana en Madrid, no habría efectivos en España que la pudieran detener, salvo que usaran armas de fuego obviamente, pero en un cuerpo a cuerpo y con armamento similar los antidisturbios no tendrían nada que hacer.
Una legión romana

Esta organización es sumamente eficiente ya que uno de los problemas de infantería es la coordinación y la rigidez a la hora de atacar o defenderse. De hecho, esta estructura ha perdurado hasta hoy en día en los actuales ejércitos de la siguiente forma:

Legión = batallón
Cohorte = compañía
Centuria = pelotón
Contubernio = escuadrón

Jerarquía de mandos


La figura más importante en la jerarquía de alto mando sería el Emperador que es el jefe supremo, luego los primeros ministros que se les llama prefectos de Pretorio y que constituyen el Alto Mando Militar.

En cada legión, el máximo exponente es el General y es quien da las órdenes por encima de todos. Puede ser un cónsul que durante el Imperio fueron una figura más representativa que con poder real y puede mandar varias legiones a la vez o incluso una región o todo el ejército. Antiguamente a los cónsules se les llamaba prétores. El emperador por ejemplo puede ser general de una legión.

Otra figura importante es el Legado que a veces coincide con la figura del general. El Legado en ocasiones se le puede llamar comandante, en especial si tiene bajo su mando una región o varias unidades o legiones. Hay también otros términos como legado imperial proprétor que es el que iría después del Gobernador de una zona. Aquí muchos puestos son de magistratura.
Estos muñecos si que lo tienen claro lo de la jerarquía

Como se ve puede ser bastante confuso la terminología que se utiliza para los altos mandos y saber exactamente hasta donde llegan las responsabilidades de cada uno ya que muchos cargos se solapan, otros están obsoletos y algunos son la misma cosa en la práctica o hay diferencias según la región y la época.

A partir de aquí, entra el mando medio que es mucho más claro, aunque no está exento de sus complicaciones, Aquí tenemos los oficiales.

Hay normalmente 7 oficiales en una legión. Uno es el prefecto y seis son los Tribunos. Aunque podría haber más de un prefecto como por ejemplo dice Tácito al describir la entrada de Vitelio en Roma en el año 69 d.de C. Dentro de los tribunos, hay un tribuno que es Laticlavio y otros cinco tribunos que son angusticlavios. El Tribuno Laticlavio hace papel de consejero y tiene poderes judiciales, suele ser joven, de unos 20 años, y llevan una banda púrpura. Cuando el Legado está indispuesto o ausente suelen ocupar sus funciones.

Los tribunos cuando había una falta grave por parte de un legionario podían mandarlo matar. Los seis tribunos suelen alternarse en el mando y suelen ser aristócratas que cumplen de esta manera una de sus obligaciones cursus honorum o carrera política que incluye cargos militares y políticos. Con ello se ve que no son verdaderamente militares y su experiencia es mínima con lo cual dejarles al mando de una legión es sumamente peligroso. El hecho de que se turnaran solía dificultar las cosas y crear problemas por falta de coordinación. Por todos esos motivos, los tribunos no eran los verdaderos jefes de una legión, por eso existían los legados que en realidad es un alto oficial que tiene la confianza del alto mando militar.

En el siguiente nivel está el centurión. El centurión es la pieza clave en la legión romana que garantizaba la disciplina y la eficacia. En cada cohorte hay de 5 a 6 centuriones y reciben los siguientes nombres: primus pilus, princeps prior, hastatus prior, princeps posterior y hastatus posterior. Normalmente hay unos 59 centuriones por legión.

El primus pilus era el centurión con mayor rango en la legión y el que mandaba a todos los demás centuriones. El cargo se ejercía sólamente durante un año. Por encima tenían, como hemos visto, a los tribunos, al prefecto y al legado. El centurión solía llevar una vara de vid. En las legiones se exigía disciplina férrea y obediencia ciega. Se esperaba que los legionarios fueran máquinas de matar.

Por debajo de los centuriones están los principales y tenemos varios tipos: los optio que son el equivalente a un suboficial y que ayudará al centurión, los portaestandarte (signifer) que llevan los estandartes y por ejemplo el águila (a ese se le llama el aquilifer). Los tesserarius que se encargan de las contraseñas y también había cornetas y músicos. Además los legionarios podían desempeñar ocupaciones como sastre, armero, etc.
Signifer

Los veteranos que por ejemplo permanecían en la legión eran ascendidos al puesto de optio o incluso de centurión. Hay que añadir que el periodo de servicio de un legionario era de 20 años. Las legiones raramente recibían reemplazos con lo cual su número siempre va a ser inferior.

También había personal que no era estrictamente militar como ayudantes de campo, secretarios y ordenanzas. Recibían el nombre de beneficiari. A menudo eran hombres mayores.

Armas y equipo del legionario


A partir de Mario el ejército facilitaba a los legionarios toda su indumentaria. Veámos qué tenían.

Túnica: consistía en una pieza de lana de manga corta que tenía dos trozos de tela cosidos entre sí. Si hacía frío los legionarios se ponían dos túnicas una encima de la otra. Augusto, que era muy friolero, se ponía hasta cuatro túnicas. En general se cree que el color de las túnicas era el rojo o anaranjado.

Hay que decir que el color rojo, junto con el amarillo, era el color más barato y fácil de conseguir para teñir telas.

Taparrabos: se cree que debajo de la túnica llevaban un taparrabos. Aunque hay historiadores que creen que no llevaban nada. Este será uno de los grandes misterios de la humanidad. Ahora bien, hasta pasados varios siglos, los legionarios no llevaron algo parecido al pantalón.

Caliga: sandalias: estaban hechas de cuero y se reforzaban con clavos de metal. A partir del siglo III las sandalias se sustituyen por calzado cerrado.

Subarmalis: esto lo llevaba encima de la túnica. Es como un chaleco acolchado sin mangas.
Lorica segmentata

Coraza: esto es la armadura en sí y el motivo por el que los legionarios fueran considerados infantería pesada. Al principio eran jubones de cuero con pequeños anillos de hierro cosidos y enlazados.

Más tarde, a partir del siglo I, se empezó a utilizar la lorica segmentata. Esta sería la predecesora de la armadura en la Edad Media.

Los altos mandos, tribunos, cónsules, o legados, llevaban una coraza musculada que podían ser de bronce o cuero.

Casco: en la cabeza el legionario llevaba un casco cónico de bronce o de hierro. Solía haber diferentes diseños y modelos pero en general solían tener varios rasgos comunes como carrilleras de metal con bisagras que se unían bajo la barbilla o protección trasera de forma horizontal como tienen hoy los bomberos.

El casco era el único artículo de su indumentaria que se le permitía quitar al legionario cuando cavaba zanjas para hacer trincheras.

Espinilleras: grebae u ocreae. Protegían la tibia y el peroné de cada pierna o al menos la izquierda que era la que quedaba más adelantada en la posición inicial.

Pilum: es la lanza del legionario. Solían llevar dos o tres. Tienen más peso en la punta, son pesadas y el clavarse se doblan con lo que no pueden volver a ser usadas en el campo de batalla. Solían ser de un mínimo de 152 cm a un máximo de 213 cm. Se solía llevar un ejemplar más pesado y otro más ligero.

En la época de los triarii se llevaban lanzas mucho más largas de hasta 250 cm con punta de hierro.

Gladius: espada corta. Tiene una hoja de 50 cm de doble filo con una punta muy afilada para ser eficaz en las estocadas. Se la conocía como espada Hispana ya que se utilizaba el acero de Hispania que era muy bueno. Los golpes dados con una gladius eran terribles pudiendo pudiendo cortar de cuajo brazos con su hombro, cortar cabezas y producir toda clase de heridas horripilantes.
Gladius romana

Más tarde se emplearán un tipo de espada más larga llamada spatha.

Pugio: daga corta. Se llevaba sobre la cadera izquierda.

Scutum: escudo. Es alargado y curvo. Estaba fabricado con listones de madera pegada de forma entrecruzada, interiormente reforzado por otros listones del mismo material encolados con un total de tres capas de listones.

Durante las marchas la parte delantera y algo de la trasera se cubría con una funda de cuero (tegimentum) que lo protegía de las inclemencias del tiempo. El escudo romano solía pesar unos 10 kilos.
Scutum

Es un arma defensiva pero también puede usarse como arma ofensiva, aunque algunos modelos son menos manejables que otros. Se podía golpear al enemigo con su umbo o con sus bordes inferior y superior. Los centuriones no llevaban escudo. Por su parte los portaestandartes y los músicos llevaban un pequeño escudo circular de caballería colgado de una correa de cuero.

Sobre la superficie se solía pintar el emblema de la legión a la que pertenecía.

Espero os haya gustado el artículo y si quieres comentar algo ya sabes. 

martes, 25 de agosto de 2015

Amy y los tiburones egoístas

Un libro que te apasionará
Amy tuvo un sueño. Soñó que era una tiburón. Desde pequeña tuvo que sobrevivir sola al igual que lo hacían los demás tiburones. Cada uno vivía a su aire y así se había hecho siempre. Su instinto la llevó a protegerse con gran agresividad de otros tiburones cuando la comida escaseaba lo cual ocurría cada vez con más frecuencia en el bonito archipiélago en donde vivía.
Pero el problema era que Amy se hacía preguntas. Mientras que los demás tiburones se dedicaban a cazar peces de forma imparable y muchas veces atiborrándose de ellos, Amy pensaba tratando de encontrar un sentido a su vida.
Amy era joven y muy lista y se daba cuenta de que su cuerpo no era una casualidad. Observaba a otros peces y en general todos eran mucho más lentos y torpes que ella. Su cuerpo y sus capacidades eran un auténtico prodigio de la naturaleza a pesar de que sus compañeros, por llamarles de alguna forma, no se daban cuenta de ello y casi siempre estaban quejándose.
Los demás tiburones eran terribles. Cuando no cazaban, discutían entre ellos y en muchas ocasiones se devoraban unos a otros. No existía ninguna sensación de grupo y nadie estaba interesado en ayudarse. Eran asquerosamente egoístas y lo peor de todo es que estaban convencidos de que era precisamente ese egoísmo lo que les hacía tan fuertes ante los demás peces.
Amy no era feliz con aquel tipo de vida. En el fondo ella no disfrutaba tanto cazando y discutiendo sin parar y de buena gana se hubiera detenido a jugar un rato con algún otro tiburón o a charlar  de forma amistosa o incluso a contar un chiste y reírse. Pero cada vez que lo intentaba surgía algún tipo de problema y las cosas terminaban muy mal.
Una noche se acercó a la superficie para contemplar la luna llena.
El efecto de la luna y las estrellas sobre el océano era mágico pues el cielo parecía retorcerse en todas direcciones como si alguien moviera una gigantesca lupa. Amy pasó así mucho tiempo casi aletargada cuando entonces observó algo que nunca había visto.
Un poco más lejos un grupo de delfines nadaba alegremente. Amy se acercó con sigilo para poder observarles con atención. Los delfines no sólo no discutían entre ellos sino que reían y jugaban pasándolo en grande. Daban vueltas en círculos y de vez en cuando uno de ellos saltaba en el aire saliendo del agua y volando durante unos segundos.
Era formidable verlos así.
Como nunca había hablado con nadie, Amy no se atrevió a decir nada. Se quedó escondida en las rocas observándolos hasta que se marcharon.
Cada cierto tiempo los delfines volvían y jugaban de nuevo y Amy iba a su escondite a observarles. Se sentía feliz. Un día cuando los delfines se marcharon decidió intentar hacer un salto y sacar todo su cuerpo fuera del agua. Dio unas cuantas vueltas por el fondo hasta que cogió impulso y saltó hacia afuera.
De pronto se vio en el aire. La sensación fue increíble pues desde allí podía ver la luna y el mar de una forma sorprendente. Eso le animó tanto que dio un salto más fuerte. Con ello consiguió saltar un poco más alto y permanecer unos segundos más en el aire. Desde esa altura vio cosas en las que antes no había reparado.
Había muchas más estrellas y la luna era redonda. Ya no había ninguna lupa que lo deformase todo. Amy estaba tan contenta con su nuevo descubrimiento que se moría de ganas por compartirlo con los demás tiburones, pero estaba segura de que nadie la iba a escuchar y eso la deprimía. Se sentía muy sola y una lágrima asomó por sus inexpresivos ojos.
—¿Por qué lloras? —dijo una voz.
Amy se giró sorprendida y observó ante ella a uno de los delfines que la miraba sonriente. El delfín tenía unos ojos muy expresivos, a diferencia de los suyos, y parecía muy contento. Amy no estaba segura de lo que debía de responder pues nunca había hablado con nadie ya que los demás tiburones nunca querían hablar de nada y si les decía algo te atacaban.
—Vosotros podéis jugar en grupo, ¿cómo es posible?

—Es muy fácil —dijo el delfín pensativo —. Basta con hacer lo correcto.
—¡Pero nosotros siempre estamos peleándonos y discutiendo! —se quejó Amy.
—Lo sé —replicó el delfín —. Tenéis que aprender a entenderos sin que las peleas os destruyan.
—¿Pero cómo? —preguntó impaciente Amy con gran curiosidad.
—Pues dando una serie de pasos. Primero de forma individual y luego de forma colectiva. Creéme si dais los pasos correctos en la dirección correcta seréis un grupo unido y poderoso.
Amy no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Era posible cambiar su naturaleza individualista? ¿Era posible dejar a un lado el egoísmo y trabajar juntos? Por un momento pensó que ella no era tan egoísta y que si ella no lo era sería posible que otros tiburones tampoco lo fueran. Un atisbo de esperanza apareció en sus ojos.
—¿Me enseñarás lo que tengo que hacer? —preguntó ansiosa.


—¿De verdad te gustaría aprender? —dijo el delfín.
—¡Por supuesto que sí!
—Es un camino duro, pero si quieres lo podemos intentar. ¿Cómo te llamas? —dijo el delfín.
—Amy, ¿y tú?
—¡Me llamo Jeff! —dijo alegremente el delfín.
Amy se sintió muy animada. Era la primera vez que mantenía una conversación con alguien. ¡Y encima este delfín era tan inteligente y comprensivo!
—¿Te gusta saltar eh? —dijo Jeff.
—¡Me encanta!
Entonces no hablaron más y se dedicaron a saltar en el aire durante el resto de la noche. Jeff le enseñó algunos trucos como por ejemplo hacer cabriolas en el aire o saltar hacia atrás proyectando el vientre hacia el cielo. Amy lo pasó estupendamente y quedaron en verse más veces para empezar con las lecciones.
Pasó el tiempo. Amy creció y se convirtió en un tiburón bien grande y temible por todos los peces mientras Jeff le iba contando los secretos del éxito de los delfines.
Jeff acudió puntualmente a su cita con Amy durante varios meses y le fue explicando cómo podían cambiar su naturaleza egoísta e individualista en otra más generosa, altruista y colectiva. Fue muy preciso en sus explicaciones.
Amy estaba fascinada.
Un día estaban nadando atravesando un banco de sardinas cuando llegó el momento de despedirse pues Jeff y todo su grupo de delfines se iban de viaje a otras aguas. Había llegado el momento de la migración estacional.
—En realidad es todo muy sencillo —dijo Jeff mientras nadaban tranquilamente —. Lo primero es cambiar uno mismo y poder pertenecer a un colectivo sin que pierdas tu singularidad.
—No lo entiendo —dijo Amy.
—Observa las sardinas —explicó Jeff —. Ellas son un grupo y siempre van juntas, sin embargo, cada una de las sardinas ha perdido su individualidad y ya no cuenta. No tienen autoestima.  
—¿Pero no es eso lo que pretendíamos? —protestó Amy.
—¡No! El grupo es importante y es bueno que exista porque es parte de nuestra naturaleza, pero al mismo tiempo el grupo no debe de destruir al individuo.
—¿Quieres decir que tenemos que seguir siendo nosotros mismos aunque pertenezcamos a un grupo?
—¡Esa es la idea! —contestó Jeff —. El grupo debe fomentar la individualidad y el individuo debe cuidar al grupo. Hay que encontrar el punto intermedio. En realidad, eso ocurre constantemente en la naturaleza. Todos formamos parte de algo superior y al mismo tiempo todos somos únicos.
Por fin llegó el momento de la despedida y Jeff se marchó alejándose por el océano que ese día tenía un color turquesa precioso. Nunca más se volverían a ver.
Amy se quedó con las últimas palabras que le había dicho Jeff y las grabó en su memoria. Todos formamos parte de algo superior y al mismo tiempo todos somos únicos. Ahora lo entendía todo y se sentía motivada y capaz de transmitir todos esos conocimientos a los demás tiburones.
Desde luego no iba a ser una tarea sencilla por lo que tendría que hacer acopio de todas sus cualidades y dedicarle una cantidad enorme de paciencia. Así que pensó que sería una buena idea escribir un libro.
Amy despertó de su sueño. Ya no era una tiburón. En realidad era una mujer adulta incomformista y con ganas de cambiar el mundo. A pesar de que todo había sido un sueño, recordaba perfectamente las lecciones del delfín.
Durante varios días Amy fue anotando en un cuaderno todas las cosas que recordaba que le había dicho el delfín. Luego las ordenó y buscó ejemplos de la realidad mediante los cuáles ilustrar las diferentes lecciones.
No resultaba fácil, así que tuvo que esforzarse en buscar buenos ejemplos y en explicar las cosas lo más claro posible. Quería que todo el mundo pudiera entender el proceso que le había explicado el delfín.
En realidad era un proceso que podía ser revolucionario. ¡Abandonar el egoísmo y la individualidad! Por eso pensó que sería un buen título hablar de «Autoayuda».

Amy se sentó delante del ordenador en la habitación de su casa y empezó a escribir el libro. Lo que vas a leer a continuación es el libro que Amy escribió.